Un muro alzado entre nuestros corazones,pero no podrán mantenerlo toda la eternidad, algún día la luz de los sueños lo hará caer y nuestro amor como la brisa del viento volverá....no tengas miedo, no hables, no te muevas, estoy aquí a tu lado... ¿No me sientes? Al tocarme por primera vez, sentirás el calor pero aún no sabrás dónde, tal vez sea sobre tus ojos... ¿Quién puede borrar este momento? Ésto no tiene final... ¿No lo ves?
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Es normal tener miedo ante lo nuevo, el miedo es una reacción natural frente a una situación que nos toma por sorpresa y que obviamente desconocemos. El miedo es, también, la afirmación más clara de nuestra humanidad.
Y eso lo aprendemos desde pequeños cuando damos nuestros primeros pasos.
Para aprender a caminar, uno tiene que tropezarse, golpearse, levantarse, caerse varias veces, levantarse y otra vez volver a caer; pero sobre todo vencer el miedo, vencer el círculo de temores que antecede a la primera caída...
Con el amor sucede algo parecido, uno tiene necesariamente que equivocarse, y a veces perseverar en el error, sin escuchar a nada, ni a nadie. Y entonces uno se descubre como en la primera infancia, cayéndose una y otra vez, golpeándose con la misma piedra, venciendo los más grandes temores, pero sobre todo, aprendiendo...
El mundo nos ha enseñado con razones justificadas a desconfiar, a tener miedo de todo lo que brilla en medio de la oscuridad, a mirar con malicia y cierto prejuicio a la mano que se extiende en la desgracia.
La frase “nadie hace nada a cambio de algo” está colgada sobre nuestras cabezas como una Espada de Damocles y nos hace retroceder ante lo nuevo, por más que éste de visos claros de sinceridad y honestidad moral, la cultura de la desconfianza nos hace estar siempre a la defensiva en todos los aspectos.
Como resultado de esta represión, muchos se sumen en una profunda miseria, aumentando paradójicamente esa frustración que tanto se quería evitar. La cultura del éxito nos inhibe, porque tenemos miedo de equivocarnos y al “que dirán”, por eso mejor callamos o nos quedamos inmóviles para no tener que asumir las culpas. Es decir, voto en blanco.
Hay que vencer los miedos, aunque la lucha sea larga y tediosa; hay que buscar dentro de nosotros esa fuerza que nos obliga a empezar de nuevo, que hace abramos nuestros ojos, nuestras palabras, nuestro corazón, así cada vez que caigamos, levantémonos y ¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario