miércoles, 18 de enero de 2012

Cuando uno viaja a Lanzarote, como a casi cualquiera de las bellas Islas Canarias, lo primero que le viene a la mente es pensar en sus playas, su clima y esos estupendos hoteles donde pasar de la tumbona a la piscina, de la piscina a la playa y vuelta a empezar. En concreto en Lanzarote, además de en estas apetecibles actividades, seguro que muchos piensan en el Timanfaya y sus paisajes volcánicos, en ese calor que, procedente del centro de la tierra, permite a los guías turísticos mostrar una parrillada hecha al calor más natural.
Pero Lanzarote es mucho más, y así lo descubrió Pedro Almodovar en su visita a la isla para buscar localizaciones para su película Los abrazos rotos. De hecho, parece ser que lo había descubierto mucho antes, en una visita casual a la isla y concretamente a la Laguna Verde, situada en El Golfo, una playa con tanta densidad de algas que adquiere un típico color verdoso que, junto a la arena negra, forma una espectacular combinación, digna sin duda de protagonizar una película. La oscuridad de gran parte del terreno volcánico de la isla de Lanzarote es fundamental en la ambientación de esta cinta. Una oscuridad buscada, pero que necesitaba un especialista como Rodrigo Prieto, quien logro combinar las escenas de claros y sombras que marcan el desarrollo de la historia.
Otra de las localizaciones elegidas para la película es la costa de Famara, la extensión de playa más grande de la isla de Lanzarote y un paraíso para quienes no quieren el bullicio de las zonas turísticas o buscan buenas olas para practicar el surf (no en vano, es sede de competiciones internacionales de este deporte). Algo peligrosa por lo escarpado y por el oleaje y las corrientes, las playas de Famara son un lugar estupendo para pasar el día, si se quiere disfrutar de tranquilidad y el sonido de las olas. Se puede además disfrutar de la vista de Isla Graciosa o acercarse a Caleta de Famara, el nucleo urbano de la zona, antiguo pueblecito de pescadores, donde el asfalto de sus caminos se inunda de arena y el tiempo parece haberse detenido. Un paraíso para quienes huyen del ruido, las prisas y las obligaciones diarias.
No se puede olvidar tampoco uno de los aspectos más importantes: en Lanzarote se puede recorrer la isla con gran facilidad. Todo está cerca y es fácil transitarla en uno de los coches de alquiler que, a muy buen precio, se arriendan en el aeropuerto o en cualquiera de los hoteles de la zona.
Los abrazos rotos es un auténtico homenaje a la isla, con lo que no será ésta la última vez que se hable de las localizaciones de esta película.

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